El derecho a no saber (y no entender)

Ahora que estoy en A2.2 y que el nivel ha aumentado me encuentro con un nuevo reto en mi proceso de aprendizaje de alemán: decir “no entiendo”.

Cada día, me encuentro ante nuevas situaciones en clase. Nuevos verbos, sustantivos, adjetivos, formulación de oraciones, conjugaciones, etcétera. Algunas las entiendo, las deduzco, otras (muchas) no. A veces me animo y digo “entschuldigung, ich habe nicht verstanden” (disculpe, no he entendido) y pido a la profesora que me lo explique otra vez. Pero otras veces me quedo callado.

¿De dónde viene la vergüenza de no saber? No sé si les pasa, pero a mí me ha pasado muchas veces en mi vida esto de no preguntar cuando no sé algo. Es absurdo creer que uno sabe todo y no necesita explicaciones. Un desborde de ego y falta de humildad.

Admiro mucho a la gente que pregunta por cada cosa que no sabe (también me caen muy mal a veces, pero tal vez lo que me cae mal de ellos es lo que me cae mal de mí).

Ahora pienso en uno de mis mejores amigos del Perú, gran guitarrista, que cada cosa que recibe (por libros, por películas, por conversaciones) todo lo pasa por la reflexión, por la duda, por la comprobación y por la experiencia. Lo he visto enfocarse en un solo y muy pequeño aspecto de un acorde musical, como tratando de descifrar un pequeño misterio y trabajar hasta resolverlo. Y lo admiro por eso.

El aprendizaje solo sucede cuando entra a tu cuerpo, hace reacción contigo y eres capaz de experimentar el conocimiento por ti mismo. La pregunta es el elemento primordial de esta reacción.

La pregunta abre las puertas.