El río nos salvará de este verano

Dicen que nunca hubo tanto calor como en este verano. Ayer hizo casi 38 grados, fue una locura.

Una de las cosas que más me gusta de Viena es la Isla del Danubio. Es una isla “creada”, un pedazo de tierra de 20 kilómetros que han puesto en el medio del Danubio para dividirlo, aflojar su torrente y cuidar la ciudad de un eventual desborde.

Viena tiene muchos “centros”, y me parece que la isla del Danubio es uno de ellos. Mientras escribo esto, a las 3.41 de la tarde, miles de personas deben estar en la ribera del Danubio, bañándose, tomando sol, leyendo, durmiendo, tocando guitarras, conversando, etc. También es un muy buen lugar para salir a correr, montar bicicleta, hacer ejercicios y tener contacto con la naturaleza. Me gusta mucho eso de esta ciudad: los que deseen abstraerse de los edificios y los autos, tienen la isla a un paso. Es muy tranquilo, limpio, bonito y seguro.

Yo soy una persona costera. Mi ciudad, Lima, es una de las pocas capitales en el mundo que da al mar. Entonces no exagero cuando digo que uno de mis mayores temores de venir a Viena era no tener costa. Sin embargo el Danubio calma mi nostalgia por el Pacífico. He visto atardeceres espectaculares y me he sentido libre y feliz en sus aguas.

Y lo mejor: a las 9 de la noche.