Historias de la vida diaria en casas sin ducha

Cada vez me sorprendo más de los diferentes mundos que conviven en éste, las vidas distintas, las historias diferentes, completamente opuestas a las de uno. Y a veces, en mi nube de buenas-cosas-que-me-pasan-todo-el-tiempo, no llegan las noticias de otras realidades, de otras vidas diarias, sin lujos como los míos. Pero cuando estas noticias llegan, siento un poco de vergüenza de mis pequeños problemas, medidos ante las vidas de otras personas.

Bueno, todo esto he pensado anoche gracias (y lamentablemente) a que estuve viendo “Altagsgeschicten”, de Elizabeth Spira, por el canal ORF. “Altagsgeschicten” significa “historias de la vida diaria”, y ya les he hablado de Elizabeth Spira, esta periodista austriaca, recientemente fallecida que hizo películas documentando a personas austriacas, como dicen el título del programa, en su vida diaria y normal.

Ayer vi sobre los ancianos que van a los baños públicos en Viena. En mi país no hay tanto esta costumbre de ir a una piscina pública a nadar, pero acá es bastante común. Y resulta, me enteré anoche, que es común que la gente vaya a bañarse ahí porque no tienen duchas en sus casas. En el concepto arquitectónico de esta ciudad vieja, la idea de baños privados no existía y un edificio entero compartía uno en un área común. Luego mi compañera austriaca me explica que el baño donde tomo calientes duchas todas las mañanas, fue construido por la dueña de la casa hace pocos años.

Pero esto no es lo que más me llamó la atención. Sino las personas mismas, ancianos con universos complejos, de casas sin ducha, camas sin marido, esposas muertas, vida monótona frente a la televisión, soledad de hace 20 años, cigarros, noches sin sueños, tristeza y mucha tristeza. Spira tuvo la agudeza de entrevistar a estas personas con respeto y éstas podían entonces abrir sus puertas y contar sus vidas. Admiro el periodismo de este tipo, que ante la oportunidad perfecta de resaltar lo ridículo y burlarse de lo peor de las personas con morbo, no lo hace, y en cambio narra una historia con respeto, honestidad y, por qué no, con un tipo de amor incondicional.

Esto de ver programas de acá en idioma original me sirve mucho para aprender alemán, como he dicho, pero también para aprender más sobre el mundo que hoy me rodea. Aprender algunas cosas nuevas del ser humano, hasta qué punto éste puede estirar su resistencia. Y también me hace pensar que es una maravilla tomar duchas calientes y meditar mientras en lo que quiero ser en mi vida, en mi esencia, en mis problemas y en mis blablablá, en épocas en que tener tiempo y cabeza para el autodescubrimiento es un lujo.

También espero que esto que escribo y todas las acciones que hago sean guiadas por ese tipo de amor incondicional.