Author Archives: Manuel_Vera_Tudela

Resumen de tres meses

En tres meses en Austria, he llegado al nivel A2.2 de alemán, lo que me permite tener conversaciones sencillas y entender el 8% de lo que escucho en la radio.

En estos tres meses he tomado muchos cafés. Muchos buenos, otros malos. He visto buenos conciertos, en plazas, en casas, en salas de conciertos. Casi todos buenos. He tenido tiempo para mí, para pensar, para sentir, para salir solo por la ciudad, para escuchar “Giant Steps” de John Coltrane y leer. Anduve mucho en bicicleta, en promedio, 4 kilómetros al día, lo que en tres meses suma 360 kilómetros, que es aproximadamente todo el recorrido del Danubio en este país.

He ido a bañarme al río muchas veces y me he impresionado todas las veces que lo he visto. Me he quedado detenido en el tiempo, hipnotizado, mirando el canal del Danubio desde el puente del Urania. He hecho nuevos amigos y me siento querido. He querido casa día, y me han querido cada día también. Duermo sano todas las noches. No me ha dado alergia, solo un dolor de cabeza. He mejorado mi técnica de guitarra. He tenido mucho calor (pero vi nieve cuando llegué).

Me he sentido bien. Podría decir, feliz. He ido al museo y he visto huesos de dinosaurio por primera vez. He comido las mejores ensaladas, quesos, panes y también salchichas espectaculares. He comido helados y tortas. He visto un desfile del orgullo gay, y me sentí feliz de ver tanta libertad, de ver cómo el mundo se quita las máscaras.

Me he sentido triste también. He visto la diferencia, el rechazo a los extranjeros, el machismo y a personas invisibles en las calles. También he extrañado mi casa, mi familia y tocar música con mis amigos. Extraño mucho la playa también, las olas y la costa desértica de mi país.

He faltado a la academia 2 días de 48 y he escrito 32 historias para el blog sobre las cosas que me pasan en Viena. Fui a Rumania. A alta Austria y Steiermark. Dormí en dos cabañas en los Alpes, en un auto en Wels y en una tienda en Salzburgo. Viajé en tren pero nunca en S-Bahn ni en bus aún. En estos tres meses he pensado que podría ser feliz mucho tiempo en este país. Estos tres meses parecen un año.

Espero, en los seis meses que me quedan en este país hasta que vuelva al Perú, que todo siga saliendo bien, y espero poder seguir contándoles cada buen momento en este camino nuevo. Espero también, que sus días, semanas, meses o años en este país, también sean benditos como los míos.

Allin Kawsay (en el idioma quechua de mi país, significa “buen camino”)

Unglaublich (increíble)

Es unglaublich que hoy puedo hablar algo de alemán.

Es unglaublich que las personas que me rodean me digan que lo estoy haciendo muy bien y que aprendo rápido.

Es unglaublich entender un poco lo que dicen en la radio.

Cuando estaba en Lima estudié dos meses alemán. Fue el año pasado, en el Goethe Institut. Ahí aprendí la base, dos veces a la semana. Lo disfruté mucho. Tengo felices recuerdos de ir a la escuela en bicicleta, algo que en Lima puede ser una gran experiencia, considerando que el transporte público y un auto particular son todo lo contrario. En mis idas y venidas a la academia, descubrí una Lima en dos ruedas que no conocía: una ciudad sana, feliz, posible.

Gracias a esta tranquilidad, fue posible empezar a armar las piezas de este complejo idioma. Estos primeros días el Goethe me mostraron que, si soy constante, podría aprender esto y, cualquier cosa si lo deseara. Lo que no esperaba es que esta experiencia despertó las ganas de aprender más cosas. Hoy recién me doy cuenta cuánta falta me hacía un empujón anímico de este tipo.

Estoy hoy en día en una relación saludable con el aprendizaje y espero estar sano toda mi vida para poder aprender todo lo que pueda, sobre cada cosa que me interesa, sobre música, carpintería, pueblos, historia, matemática, filosofía, educación, periodismo, etcétera. Creo que la vida es más hermosa aprendiéndola.

 ¿Qué puedo hacer con mi alemán con los dos meses en Lima y tres en Viena? Poco aún, pero bastante para cinco meses. Sé que es un proceso que tomará años, pero camino ya sobre ellos, pacientemente y con esperanza. Camino fuerte, pedaleo, mirando alrededor, atento a la vida para vivirla y quererla más.

Hoy se abren un montón de puertas para mí.

Unglaublich.

Bad Fischau

Europa vive una ola de calor insólita y algunos países marcaron record histórico desde 1880, fecha en que se mide la temperatura. El reino Unido alcanzó 38,5º, Bélgica tuvo 39,9º, 40º en Holanda, 42,4º en París y Alemania llegó a 42,6. Acá en Austria el calor me abrumó tanto que por la tarde no podía pensar con claridad y tenía una terrible mezcla de sueño, aburrimiento y sudor.

¿Qué está pasando en el mundo que cada verano es el más caluroso y cada invierno es el más frío? Bueno, ya sabemos lo mal que tratamos a la tierra desde hace décadas y que si no paramos de hacerlo no va a durar mucho más. Que cada una de nuestras pequeñas acciones tienen un impacto sobre la tierra es una realidad. Podemos elegir realizar acciones que la rescaten o la destruyan, y podemos hacer el esfuerzo de cambiar algunas de nuestras costumbres. ¿idealista? Sí, pero bueno, hay que serlo un poco en estos días.

Yo no sabía que la ola de calor había sido grave acá en Europa, con pérdidas humanas, retrasos en vuelos y problemas en las conexiones ferroviarias (deformaciones de las vías de trenes). Me enteré cuando íbamos a Bad Fischau, una piscina de agua muy fría, proveniente de una fuente natural, en un pueblo a 43 kilómetros de Viena. Pasamos ahí todo el día, arrullados por el sonido suave del agua y los gritos de los niños.

Gracias a la vida tenemos agua aún.

Tichy

Mi compañera tiene muy buenas ideas y una tierna manera de enseñarme las cosas interesantes de la ciudad para que mis días en Viena sean buenos. Como sabe que me gustan las cosas un poco bizarras, y que no tengo problemas con altas dosis de azúcar, me llevó al Tichy, una de las heladerías más populares de acá.

Como he contado en el post “12 enanos comen 12 knödels”, los knödels son una de mis comidas favoritas en Austria. Son bolas de pan cocidas, que pueden ser rellenas con espinaca, queso, acelga, etcétera. Hay muchos tipos y se sirven como guarnición. El knödel es un clásico cuando el austriaco quiere un poco de carbohidrato en su plato.

“Pero, ¿te imaginas un knödel relleno de helado?”. Bueno, esa era la principal invención de la heladería Tichy: el Eismarillenknödel, que es knödel, relleno de helado y albaricoque. Googleando encontré que la famosa bola de harina con helado adentro fue creada por Kurt y su esposa Marianne Tichy en 1967, quienes seguramente tenían mucha creatividad y antojos. Y claro, también tenían harta leche y azúcar en su cocina. Como bien imaginan, harina, helado, azúcar y grasa láctea juntas solo puede ser muy rico. A mí me encantó.

Sobre todas las cosas ir al Tichy es una experiencia divertida. Es como entrar a estos salones antiguos, ridículos de una forma tierna, los que trabajan tienen trajes que parecen sacados de una película de Tarantino, y una decoración de palacio dedicada a su majestad el helado. Tienen dos salones y una terraza, para disfrutar la vista del distrito 10, un barrio con mucha actividad comercial, gente de todo el mundo y un poco de caos, que le cae muy bien a una ciudad organizadita como Viena.

¿Y qué hacen en invierno? A diferencia de otras heladerías, el Tichy no cierra nunca. Imagino que debe ser difícil para muchos vivir sin el Eismarillenknödel. Creo que para mí lo será.

Anotaciones: Cada Eismarillenknödel cuesta en promedio 2.50 euros. El lugar anda lleno, por lo que hay que tener paciencia para encontrar lugar.

Sobre el Pop Fest y los ancianos

Durante el fin de semana pasado se hizo el décimo Pop Fest en Viena, en Karlslplatz, promovido por una de las radios alternativas más importantes de acá, la FM4. Ha sido una buena oportunidad para conocer en qué anda la movida musical austriaca, y ver un poco más su espíritu joven, más allá del clima viejo de la ciudad.

Es que sí. Viena es una ciudad vieja. Estadísticamente, el promedio de la edad de los austriacos es de 45 años. De hecho, es uno de los países en el mundo con más personas viejas. Sin embargo -y tal vez por eso- tiene una juventud contestona, que no rechaza a los ancianos, pero sí parte del pensamiento viejo, especialmente la mente nacionalista, conservadora, purista, xenófoba y machista. Lo manifiestan en la música que escuchan, con la moda hípster y en cada oportunidad que tienen.

El Pop Fest era una de esas oportunidades. Buenas bandas por tres días, de variados estilos (aunque todos bajo el paragua pop), juventud explotando por expresarse, sea corporalmente, con su ropa, con su voz, con su forma de bailar; cervezas (aunque nada de vidrio dentro del festival, excelente), y otras especies. Mucha gente en los escenarios (Karlsplatz, Museo de Viena y la Universidad Técnica), pero también mucha tranquilidad, orden. En general, podía decirse que había un ambiente feliz.

Para mí, que me siento últimamente entre los jóvenes y los viejos, estuvo bien ir por unas horas, escuchar algunas bandas y volver lentamente en bicicleta a casa. Me gustaron My Ugly Clementines, Avec y un muchacho inglés que hacía Hip Hop. Muy buenos. Me parecieron menos interesantes Paenda y Soia. La diferencia entre lo que me gusta y no me gusta está en cuántos instrumentos de verdad usan, y sobre todo en cuánta sinceridad siento de parte de ellos. Bueno, soy en el aspecto musical, un poco más clásico.

En resumen, me encantó ir al Pop Fest. La iglesia de Karlsplatz iluminada se veía increíble y siempre es bueno sentirse en una ciudad que vibra. Así me siento yo acá.

Historias de la vida diaria en casas sin ducha

Cada vez me sorprendo más de los diferentes mundos que conviven en éste, las vidas distintas, las historias diferentes, completamente opuestas a las de uno. Y a veces, en mi nube de buenas-cosas-que-me-pasan-todo-el-tiempo, no llegan las noticias de otras realidades, de otras vidas diarias, sin lujos como los míos. Pero cuando estas noticias llegan, siento un poco de vergüenza de mis pequeños problemas, medidos ante las vidas de otras personas.

Bueno, todo esto he pensado anoche gracias (y lamentablemente) a que estuve viendo “Altagsgeschicten”, de Elizabeth Spira, por el canal ORF. “Altagsgeschicten” significa “historias de la vida diaria”, y ya les he hablado de Elizabeth Spira, esta periodista austriaca, recientemente fallecida que hizo películas documentando a personas austriacas, como dicen el título del programa, en su vida diaria y normal.

Ayer vi sobre los ancianos que van a los baños públicos en Viena. En mi país no hay tanto esta costumbre de ir a una piscina pública a nadar, pero acá es bastante común. Y resulta, me enteré anoche, que es común que la gente vaya a bañarse ahí porque no tienen duchas en sus casas. En el concepto arquitectónico de esta ciudad vieja, la idea de baños privados no existía y un edificio entero compartía uno en un área común. Luego mi compañera austriaca me explica que el baño donde tomo calientes duchas todas las mañanas, fue construido por la dueña de la casa hace pocos años.

Pero esto no es lo que más me llamó la atención. Sino las personas mismas, ancianos con universos complejos, de casas sin ducha, camas sin marido, esposas muertas, vida monótona frente a la televisión, soledad de hace 20 años, cigarros, noches sin sueños, tristeza y mucha tristeza. Spira tuvo la agudeza de entrevistar a estas personas con respeto y éstas podían entonces abrir sus puertas y contar sus vidas. Admiro el periodismo de este tipo, que ante la oportunidad perfecta de resaltar lo ridículo y burlarse de lo peor de las personas con morbo, no lo hace, y en cambio narra una historia con respeto, honestidad y, por qué no, con un tipo de amor incondicional.

Esto de ver programas de acá en idioma original me sirve mucho para aprender alemán, como he dicho, pero también para aprender más sobre el mundo que hoy me rodea. Aprender algunas cosas nuevas del ser humano, hasta qué punto éste puede estirar su resistencia. Y también me hace pensar que es una maravilla tomar duchas calientes y meditar mientras en lo que quiero ser en mi vida, en mi esencia, en mis problemas y en mis blablablá, en épocas en que tener tiempo y cabeza para el autodescubrimiento es un lujo.

También espero que esto que escribo y todas las acciones que hago sean guiadas por ese tipo de amor incondicional.

Correr en el palacio

Entre tanto trabajo mental, gramática del alemán y deberes, muy bien cae salir a hacer ejercicios.

Desde niño me gusta el deporte, aunque prefiero los deportes que se juegan, como el fútbol o el ping pong, y no tanto los que son solamente ejercicio, como correr o hacer gimnasia, por ejemplo. Sin embargo, me gustaría mucho incluir en mi vida una buena rutina de ejercicios y tener el ánimo de salir todos los días a correr por la ciudad. Creo que el deporte sería la solución a todos mis problemas.

Hoy salí a correr por la tarde y me hizo muy bien. Fue un poco difícil porque acababa de comer espagueti y además hacía mucho calor, pero pude completar tres vueltas alrededor del jardín enorme del Palacio Belvedere. En total: 4,100 metros en 28 minutos.

El Palacio Belvedere es una hermosa construcción del siglo XVIII de estilo barroco, compuesto por tres edificios, el Belvedere de abajo, el Belvedere de arriba y un palacio más que hoy funciona como Hotel. El Belvedere está a 300 metros de la casa donde me quedo, y fue uno de los primeros lugares que conocí cuando llegué por primera vez a Viena hace tres años. Recuerdo que me quedé fascinado ante tanta majestuosidad.

Hoy, años después, corrí entre sus jardines entre otros atletas y muchos turistas, atraídos por la belleza del palacio, por las lagunas, por el parque botánico y por las exposiciones en los museos. El Belvedere es una visita obligatoria y me siento muy afortunado de que esté tan cerca y pueda ser algo así como mi parque de diversiones.

Mi cuerpo y mente se sienten bien ahora. Listo para las clases de mañana y por qué no, para un poco de espagueti para la cena.

“Du musst Filme schauen”

(Debes ver películas)

Hay varios consejos para aprender un idioma. Además de ir a tu escuela todos los días y hacer tus tareas, debes conversar, leer, escuchar radio y por supuesto, ver películas.

Hace unos días pregunté a mi profesora cuál era la mejor manera de afrontar esto de las películas: “en inglés, en subtítulos en alemán como para entender algo ¿no?”. Me sorprendí cuando me dijo que no, que debía ser “en alemán con subtítulos en alemán”. Pensé que no iba entender nada.

Pero hoy tuve ganas de probar este consejo por primera vez y me ha ido increíble. Primero pensé en hacer trampa y ver “Interestellar” en Netflix en inglés con subtítulos en alemán, pero vi que eran casi tres horas de película y me desanimé. Entonces pensé, “ok, algo conocido… “Friends””. Empecé viendo en inglés con subtítulos en alemán pero la verdad es que no prestaba atención a los subtítulos porque entendía el inglés.

Entonces decidí seguir el consejo y vi “Friends” en alemán. Estuvo bien. Vi dos capítulos, no entendía mucho pero como conocía los diálogos de memoria, completaba así los espacios en blanco. Pero me era aburrido y un poco raro escuchar las voces de los actores en alemán. Como me sentía seguro, decidí ir por algo de verdad.

Entonces me acordé de Elizabeth Spira. Ella fue una periodista (fallecida hace unos meses) que tuvo dos programas muy conocidos en la televisión. Uno de ellos se llama “Liebesgschichten un Heiratssachen”, donde entrevista a personas mayores que buscan pareja. Los programas están online en el canal del estado (ORF), gratuitos y con opción de subtítulos.

Era justo lo que quería. Algo interesante. Se trata de personas mayores que buscan pareja pero la periodista era muy inteligente y hacía muy buenas preguntas, sin tratarlos ridículamente. Así podías conocer en confianza un poco el universo de cada una de estas personas. Sus tristezas, sus sueños, sus pasiones, sus pensamientos sobre ciertos aspectos de la vida. ¡Sí! Entendí más de lo que esperaba. ¿Cuánto esperaba? Un 5%. ¿Cuánto entendí? Diría que un 15%. Vamos. En este punto de mi aprendizaje, y con un idioma complejo como el alemán, esto me parece bastante.

Vi una hora este programa y creo que lo voy a hacer cada día. Así puedo mejorar mi idioma y además, lo mejor, conocer un poco más sobre la cultura austriaca, más allá de Mozart, el Danubio Azul y Schönbruhnn. Es decir, la del día a día.

Die beste Sprachschule in Wien

Una semana difícil (con soluciones)

Por primera vez en nuestra relación, el idioma alemán y yo hemos tenido una pelea.

Desde que lo estudio, ha sido la primera vez que me sentí frustrado. Durante una semana perdí el ánimo de ir a la escuela, de hablarlo entre mis amigos. Me entró una corriente de preocupación que no me dejaba tranquilo. Estuve de mal humor.

Después de pensar y consultar qué hacer decidí conversarlo con la escuela y la respuesta fue mejor de lo que esperaba. Conversé con Lisa, una mujer alta con perfecto inglés quién cuando me vio entrar por la puerta de su oficina, dejó de hacer lo que estaba haciendo para escuchar mi pequeño inconveniente. Me escuchó atentamente. Conversamos, me dio tranquilidad y me propuso alternativas que adopté y ahora me hacen sentir mucho mejor.

Ahora viene a mi memoria la primera vez que fui a la Deutscheakademie, para averiguar los costos, los programas, y me atendió muy bien una mujer que hablaba también español. No recuerdo bien su nombre, solo recuerdo que empezaba con D. Pero no exagero cuando digo que tomé la decisión de estar en la academia por su carisma y buen trato. Hace poco la vi y se lo agradecí. Y así me sucede con cada uno de ellos, cuando he acudido a preguntar algo, siempre sale todo bien.

Este pequeño post es para agradecer a esas personas que trabajan en la administración de la escuela, que montan todo el aspecto administrativo con buen humor, inteligencia y seriedad. No estoy muy acostumbrado a salir contento de una oficina administrativa, así que, en verdad muchas gracias por su trabajo.

Mientras tanto, el alemán y yo nos hemos reconciliado.

Mi calle favorita

Todos los días de regreso a la academia paso por una calle que se ha convertido en una de mis favoritas: Canovagasse.

(Vale decir que por unas semanas me he mudado de casa y mi ruta ha cambiado. Para conocer mi ruta anterior, consultar: Mi camino a la escuela”)

Bueno, en realidad en esta ciudad con tantas calles bonitas, cambio de calle favorita cada semana. De hecho, cuando llegué tenía mi chiste de que mi calle favorita era “Favoritenstrasse” (de hecho se llama así).

Pero ahora Canovagasse tiene la pinta de que va a ser mi favorita por un buen tiempo. ¿Razones? Todas muy personales.

A ver, primero describámosla. Es una calle normal, que sale del Ring y desemboca en Karlsplatz. Como muchas calles de Viena, tiene edificios estilo clásico, blancos, altos y apenas pasa un auto cada minuto. Lo que tiene de especial es que el ángulo de esta calle da una perspectiva impresionante a Karlsplatz, una de las plazas más importantes de la ciudad. Por su perspectiva, proporciona también una muy buena vista al Wien Museum. He paso algunas tardes de regreso a casa por acá y, para mejorar las cosas, el sol le da un color fascinante. Me he sentido feliz en su pequeña extensión.

Y bueno, por razones de gusto personal, me emociona mucho que acá quede la clásica casa de pianos Bösendorfer. Asimismo, esta calle es uno de los costados del Musikverein, una de las salas de conciertos más representativas de Austria. Así que si tienes suerte puedes escuchar desde afuera un poco de Ópera como me pasó a mí anteayer.

Con su vista de la plaza, los pianos, la música y los edificios, la calle cumple con todos los clichés vieneses, y a mí que me gustan los clichés… Bueno, dicen que una imagen vale más que mil palabras. Les dejo la imagen.

Buenas tardes a todos.

 

El mundo más allá de Viena

Comparado con el Perú y los países de Sudamérica, Austria (y todos los países de Europa), son muy pequeños. Si mi presupuesto lo permitiera, podría desayunar en Viena, almorzar en Brastislava (Eslovaquia) y cenar en Praga (República Checa) el mismo día. Ahora que estamos en pleno verano, la gente se mueve en caravanas a los países vecinos, en especial a Croacia e Italia por sus playas, también hacia Francia, Grecia u otros destinos. Todo está realmente muy cerca.

Las capitales son también mucho más pequeñas y menos concentradas que las de Sudamérica. Para mí, en metrópolis como París, Viena, Roma o Madrid se siente un ambiente de liviandad, una sensación de espacio libre, incluso de silencio, que me fascina (aunque por supuesto los locales se van a quejar que cada día todo es peor). No es que haya poca gente, sino que los medios de transporte movilizan a millones de personas en un orden que no deja de asombrarme.

Claro. Acá también la gente viaja con el metro lleno. Las esquinas se llenan de coches en horas pico. Hay filas en los supermercados y los bancos también, pero desde mirada sudamericana, aunque a veces no quiero, no puedo evitar hacer comparaciones.

 

Después de tres meses en Austria, y experimentar estas comparaciones, hacer los contrastes, conversar conmigo, entiendo con calma que cada lugar del mundo vive su momento en la historia. Entiendo mejor las relaciones entre todos estos lugares del mundo y cómo se influenciaron y se siguen interviniendo en el paso del tiempo. Entiendo que ninguna ciudad es un caso aleatorio, sino la consecuencia de un proceso, el resultado de algo, y también, la causa de algo nuevo.

Entiendo un poco más, con todo el sobresalto que me ocupa, que todos estamos involucrados entre todos. Bien dijo el ex presidente de Uruguay José Mujica, que es momento que el hombre se piense a sí mismo como humanidad, como especie, y no como un sujeto dentro de unas fronteras imaginarias.

¿A qué viene todo esto? No sé bien. Solo escribo y comparto con ustedes todo lo que pasa por esta cabeza inquieta todos los días, entre la gramática del alemán, las cuentas del día y la limpieza de la habitación. Porque… ¿de qué se trata todo esto de vivir fuera de tu país y aprender un idioma si no de transformar un poco tu pequeño universo?