Aprendizajes, prácticas y solsticios

He dado mi examen y lo he dado bien. Eso creo al menos. He respondido lo que sabía con seguridad -que fue casi todo- y lo que no, lo he dejado humildemente en blanco. Estuve estudiando en casa y eso me ayudó mucho.

Hay una verdad muy simple: si uno practica, mejora. No hay verdad más poderosa que esta. En cualquier situación de la vida, la repetición enseña. Creo que es parte de la condición humana y un aspecto base de la supervivencia.

Me han preguntado muchas veces si cualquiera puede aprender la guitarra, el instrumento que más me gusta tocar y que enseño. Yo les digo que sí, que no existe un grupo de gente iluminada que sí puede tocar la guitarra, y otro que nunca podrá hacerlo. La única diferencia existe entre los que SÍ quieren aprender y los que NO quieren aprender. Los que quieren aprender invertirán tiempo, energía, curiosidad y ganas en practicar y así aprenderán. Los que no, bueno pues, no. Lo mismo pasa con los idiomas.

He aprovechado este fin de semana largo para estudiar las declinaciones de los adjetivos y me alegra que lo que era una noche oscura sin final, se siente ahora como un tímido amanecer. Todo gracias a la práctica.

Ahora pienso en el solsticio, el momento en que el sol está más lejos de la tierra y que da inicio al verano. En el hemisferio sur es al revés: es el inicio del invierno y ese día es la noche más larga. En mi país esta fecha es importante porque de acuerdo a culturas antiguas el solsticio de invierno marca un nuevo año. Todavía se celebra en muchas zonas del Perú, en especial en los andes. Así que muchos de nosotros aprovechamos estos días para pedir nuestros deseos y declarar lo que queremos cumplir en este nuevo ciclo. Yo deseo tener muchas ganas, fuerzas y alegría para seguir aprendiendo, alemán, música y todo lo que me gusta. Eso.

¡Hasta pronto!

(En la foto, Manu con el nevado Ausangate en Cusco, hace tres solsticios).