Sobre el Pop Fest y los ancianos

Durante el fin de semana pasado se hizo el décimo Pop Fest en Viena, en Karlslplatz, promovido por una de las radios alternativas más importantes de acá, la FM4. Ha sido una buena oportunidad para conocer en qué anda la movida musical austriaca, y ver un poco más su espíritu joven, más allá del clima viejo de la ciudad.

Es que sí. Viena es una ciudad vieja. Estadísticamente, el promedio de la edad de los austriacos es de 45 años. De hecho, es uno de los países en el mundo con más personas viejas. Sin embargo -y tal vez por eso- tiene una juventud contestona, que no rechaza a los ancianos, pero sí parte del pensamiento viejo, especialmente la mente nacionalista, conservadora, purista, xenófoba y machista. Lo manifiestan en la música que escuchan, con la moda hípster y en cada oportunidad que tienen.

El Pop Fest era una de esas oportunidades. Buenas bandas por tres días, de variados estilos (aunque todos bajo el paragua pop), juventud explotando por expresarse, sea corporalmente, con su ropa, con su voz, con su forma de bailar; cervezas (aunque nada de vidrio dentro del festival, excelente), y otras especies. Mucha gente en los escenarios (Karlsplatz, Museo de Viena y la Universidad Técnica), pero también mucha tranquilidad, orden. En general, podía decirse que había un ambiente feliz.

Para mí, que me siento últimamente entre los jóvenes y los viejos, estuvo bien ir por unas horas, escuchar algunas bandas y volver lentamente en bicicleta a casa. Me gustaron My Ugly Clementines, Avec y un muchacho inglés que hacía Hip Hop. Muy buenos. Me parecieron menos interesantes Paenda y Soia. La diferencia entre lo que me gusta y no me gusta está en cuántos instrumentos de verdad usan, y sobre todo en cuánta sinceridad siento de parte de ellos. Bueno, soy en el aspecto musical, un poco más clásico.

En resumen, me encantó ir al Pop Fest. La iglesia de Karlsplatz iluminada se veía increíble y siempre es bueno sentirse en una ciudad que vibra. Así me siento yo acá.