Author Archives: Manuel_Vera_Tudela

12 enanos comen 12 knuddels

Hace dos años vine por primera vez a Austria.

Era mi primea vez en Europa. Tenía 30 años. Algunos viajes por Sudamérica y por el Perú. Un conjunto de buenas experiencias en Cusco que cambiaron mi vida. Muchas preguntas.

Nada que perder.

Llegué en junio en un vuelo del cual todavía recuerdo el maravilloso olor del jabón del baño y las toallas calientes. Entré vía Ámsterdam y luego a Viena. Desde que descubrí que me gusta mucho viajar, Europa se fijó en mi mente como un objetivo. ¿Por qué? Pues porque era Europa, y siempre se nos enseña tanto de este continente que tenía que verlo por mi propia cuenta.

El plan era viajar más de un mes y luego regresar lleno de ideas a hacer cosas increíbles en Cusco, donde vivía. Pero la verdad es que volví revuelto, confundido, inquieto, con más preguntas que respuestas. A las pocas semanas me fui de Cusco a reestructurar varias cosas de mi vida. Siempre recuerdo cuánto me pesaba la mochila de regreso, más de emociones que de equipaje.

Venir a Europa removió todo mi sistema de creencias. De alguna forma se rompieron, muchas cosas que daba por sentadas y, en resumen, me dolía mi país. Pero esa es otra historia, que corresponde a otro tipo de blogs, o un encuentro con una cerveza.

Esa vez en Austria me enseñaron esta divertida frase en alemán, “Zwei Zwerge essen zwölf knuddles”, “dos enanos comen doce knuddles (un tipo de pan de acá)”. No sabía entonces que empezaría dos años después a entender este idioma, a responder y preguntar en alemán, a comprender un párrafo entero de mi libro del curso. No tenía idea de que la vida me tenía preparada una estancia en Europa.

Esta maravillosa oportunidad me permite conocerme más. Conocer la historia del mundo. Los tristes contrastes y sentirme inspirado para ponerle color al mundo. Creo que el plan de ir a Europa por un mes y medio para regresar a mi país a hacer algo bueno se mantiene.

Con la diferencia que va a tomar un poco más de tiempo.

No estás solo

Por más que aprender el idioma es todo lo fascinante que he narrado, hay días en que me canso.

Días en que me agoto mentalmente y quiero encerrarme en una cápsula hermética donde solo escuche español. Y si esta cápsula puede viajar y llevarme por un par de horas a mi ciudad, entre los que conozco y me permite salir a caminar por mis calles, a comer mis comidas y ver las mismas cosas de siempre, pues muchísimo mejor.

En estos días me siento triste porque que me parece muy difícil. Se me traba la lengua, siento vergüenza, olvido todo lo que aprendí y no entiendo nada. Me pasa rodeado entre mis amigos austriacos, cuando se juntan por unas cervezas y los acompaño, y trato de captar la conversación. Entonces me pierdo, no encuentro una sola ancla de la cual colgarme y tengo esta terrible sensación de no ser nada, estar desaparecido en un agujero donde no sé qué hacer en un grupo si no puedo ni hablar ni escuchar.

Entonces reviso sin motivo mi móvil, tomo mi cerveza ansioso y doy vueltas en mi cabeza sin saber qué pensar. Ellos son muy buena onda y se dan cuenta de que estoy hundido y me empiezan a hablar en inglés y esto me va bien por un rato, pero luego también me canso porque este idioma también me cuesta y no soporto la presión de hacer que un grupo de cinco personas cambie su idioma por mí.

Ya me he sentido varias veces así y mi respuesta natural es evitar estos espacios y cerrarme a mí mismo, ir a la habitación, ver películas en español, llamar a alguien en el Perú para hablar o buscar a un latino. No sé, solo quiero a veces tener mi vida de siempre ¿Está mal eso?

Yo creo que no. Pero lo que aprendí es que no estoy solo en esto. Muchas personas pasan lo mismo u otras ya lo han pasado. Hablé con un amigo extranjero que aprendió alemán y le conté lo que me pasa a veces y me contó su experiencia: ¡era lo mismo!

Así que no estamos solos. Todo lo que pasa, lo bueno y también lo difícil, es parte del camino. Así que, depende de nosotros elegir lo que queremos: si pasarlo quejándonos por lo que pasa, o simplemente pasarlo.

Una vez acá escuché una respuesta buenísima ante la queja de un niño que se quejaba por la lluvia. La respuesta fue: bueno, puedes quejarte y mojarte, o solo mojarte.

Exactamente eso.

No es una mala vida entre los trenes y el Ópera

Cada día que salgo de la escuela a las 11.45 am, luego de estar tres horas en clase, recibo el sol del verano en la cara mientras busco mi bicicleta para volver a casa, y me siento alegre. No alegre de una forma naive, sino alegre por sentirme productivo. Me da felicidad hacer algo en la mañana que sea interesante y útil. Me encanta saber que tengo todo el día por delante y mi mente fresca para trabajar.

Es una felicidad tranquila, silenciosa. En ese estado disfruto mucho ver la calle y la gente. Estoy en pleno centro de la ciudad y pasan rápidamente por mi lado otras bicicletas, turistas distraídos con sus cámaras, hombres y mujeres en trajes de oficina, estudiantes, etcétera. Pasan también los autos con sus motores silenciosos y me alegra profundamente que nadie toque en el claxon como en mi ciudad. Realmente, casi ni percibo las decenas de autos que pasan por el “Ring”. Parecen coches fantasmas.

Pero sobre todas las cosas me gusta el S-Bahn, el tren de la calle. En mi país usamos buses y taxis para movilizar a la gente, pero acá el tren es el centro del transporte público. Aunque he venido varias veces a Europa el tren me sigue pareciendo alucinante y me encanta mirarlo. Cuando lo veo venir me detengo en la esquina de la academia para verlo dar la curva lentamente hacia Karlsplatz. Me gusta en especial los que tienen vagones antiguos porque parecen de juguete.

Otra de las cosas que me gusta mucho es el Ópera (die Wiener Staatsoper). Voy a Wikipedia y encuentro que tiene 150 años de construido y fue inaugurada con la ópera Don Giovanni de Mozart. La llaman “la primera casa del Ring”. Leo también que fue bombardeada en la segunda guerra mundial y que sufrió un terrible incendio que destruyó 150 mil trajes de teatro. Se reabrió 10 años después con una obra de Beethoven. Tiene capacidad para 2284 personas. En Viena hay varias salas de concierto grandes, pero sin duda el Ópera es el centro musical de la ciudad. Nunca he entrado, sin embargo, en una semana iré a ver a uno de mis cantantes favoritos, Gilberto Gil, de Brasil, que tocará en el Jazz Fest Wien.

Subo a mi bicicleta y como tengo todo el día para mí y no estoy apurado, pienso lentamente qué voy a cocinar para almorzar. En el camino paso por el mercado, tomo algunas cosas y al llegar, me siento a escribirles. Los vieneses tienen la costumbre de afirmar algo por medio de una negación. Por ejemplo a la pregunta “¿Cómo está la comida?”, podrían responder, “No es mala”.

Entonces sí, se me antoja terminar diciendo que con estas cosas, no es una mala vida la que tengo por acá.

Aprendizajes, prácticas y solsticios

He dado mi examen y lo he dado bien. Eso creo al menos. He respondido lo que sabía con seguridad -que fue casi todo- y lo que no, lo he dejado humildemente en blanco. Estuve estudiando en casa y eso me ayudó mucho.

Hay una verdad muy simple: si uno practica, mejora. No hay verdad más poderosa que esta. En cualquier situación de la vida, la repetición enseña. Creo que es parte de la condición humana y un aspecto base de la supervivencia.

Me han preguntado muchas veces si cualquiera puede aprender la guitarra, el instrumento que más me gusta tocar y que enseño. Yo les digo que sí, que no existe un grupo de gente iluminada que sí puede tocar la guitarra, y otro que nunca podrá hacerlo. La única diferencia existe entre los que SÍ quieren aprender y los que NO quieren aprender. Los que quieren aprender invertirán tiempo, energía, curiosidad y ganas en practicar y así aprenderán. Los que no, bueno pues, no. Lo mismo pasa con los idiomas.

He aprovechado este fin de semana largo para estudiar las declinaciones de los adjetivos y me alegra que lo que era una noche oscura sin final, se siente ahora como un tímido amanecer. Todo gracias a la práctica.

Ahora pienso en el solsticio, el momento en que el sol está más lejos de la tierra y que da inicio al verano. En el hemisferio sur es al revés: es el inicio del invierno y ese día es la noche más larga. En mi país esta fecha es importante porque de acuerdo a culturas antiguas el solsticio de invierno marca un nuevo año. Todavía se celebra en muchas zonas del Perú, en especial en los andes. Así que muchos de nosotros aprovechamos estos días para pedir nuestros deseos y declarar lo que queremos cumplir en este nuevo ciclo. Yo deseo tener muchas ganas, fuerzas y alegría para seguir aprendiendo, alemán, música y todo lo que me gusta. Eso.

¡Hasta pronto!

(En la foto, Manu con el nevado Ausangate en Cusco, hace tres solsticios).

 

El dativo, el acusativo y otros monstruos

Oh no.

El momento ha llegado. Mi amigo David me había hablado de esto. Concretamente me dijo un día: “A1 es sencillo, en A2 se pone difícil”, y después fue más grave: “el alemán es un idioma que se aprende como una pirámide invertida, en otras palabras, cada vez se pone peor”.

Hoy, con los casos dativo y acusativo del adjetivo, lo he vivido en carne propia.

El comienzo del alemán me parecía relativamente fácil y venía confiado, aunque con algo de temor porque sabía que este momento llegaría, el momento de los casos y declinaciones de los sustantivos y adjetivos. Con los primeros, los de los sustantivos, me estaba yendo mejor y había formado una estructura que funcionaba y tenía sentido. Pero ahora que vemos los del adjetivo todo ha cambiado y siento que he retrocedido.

Es interesante esto de aprender un idioma porque te reta constantemente a construir y reconstruir, a conectar nuevas partes del cerebro y ejercitar partes que uno no sabe que tenía de la mente y la memoria. Ya no solo es como un juego, sino como una carrera en la que hay que estar activo y atento, sino se nos pasa todo por delante sin comprender. Me gusta, confieso que me asusta un poco, pero sobre todo, me motiva.

Bienvenido A2 y gracias David por ponerme al tanto. Yo me despido rápido porque mañana tengo examen precisamente sobre esto.

Tschüs!

 

No faltes (ni a tus viajes ni a tus clases)

Estar en Europa es una experiencia muy especial para mí porque cuando uno crece en Latinoamérica (al menos en mi ciudad, Lima) lo forma la influencia cultural de acá. Desde niños nos criamos con lo europeo como modelo. Al comienzo uno está bien con eso, pero con el paso de los años, si reflexiona, encuentra que algo muy raro está pasando allá. Por tanto, estar en Europa es conocerme más, repensar lo que ya daba por sentado y cuestionar algunos paradigmas.

Lo bueno es que Europa es un continente muy fácil para viajar, todo es relativamente cerca y accesible, si uno compara con las distancias entre los países de Sudamérica. Además, es muy diferente dentro de ella por todos los idiomas, culturas, músicas y más. Es bueno ver con los propios ojos las cosas como son. De mi parte, necesito mucho seguir haciéndolo.

La semana pasada me fui a Rumania. Pasé cuatro días en una ciudad que se llama Cluj Napoca, cerca de la frontera con Hungría. Me divertí mucho, conocí gente, escuché música interesante y por primera vez el idioma rumano. Sin embargo, yo tenía la idea pre concebida de que Rumania era deprimente y oscuro, con telas de arañas en los rincones (por lo de Drácula, Transilvania y todo eso). Pero claro, no era así. Lo bueno de los viajes que es que mejoran tu forma de pensar.

Parece que me salgo de la Deutschakademie y de mis clases de alemán cuando escribo esto pero no, en realidad es un círculo. Yo aprendo alemán porque quiero pasar buen tiempo en Europa, estudiar, vivir, desarrollarme a mí mismo para ser una mejor persona y darle al mundo cosas buenas.

Lo malo es que tuve que faltar dos días a la academia.

Lo que trato de decir es que, si estás en acá estudiando idiomas, aprovecha para viajar, mira con tus ojos la historia y vuelve a escribirla. Pero en lo posible, no faltes a tus clases porque cada día es importante y hay que estar en ritmo.  Eso: no faltes a tus clases, ni a las oportunidades de conocer este fascinante continente. La experiencia de aprendizaje es total y vale la pena.

 

Alemán para principiantes

¿Qué se aprende al comienzo en alemán? No sé si les conté, soy principiante, estoy empezando el nivel A2.1, lo cual no me permite tener una conversación fluida, sino expresar cosas básicas, armar mis primeras oraciones y captar al vuelo el contexto de lo que escucho.

Con el nivel que tengo puedo ir al supermercado, a la panadería o a la escuela y tener interacciones básicas, elementales como para responder de dónde soy, que hago, dónde vivo y preguntar lo mismo a mi interlocutor. Parece poco, pero es bastante, al menos yo lo siento así. Me atrevo a decir que con el nivel que tengo sé más de lo que creo que sé.

Mi vocabulario aumenta cada día. No solo en la escuela, sino en la calle cuando leo los carteles, o escucho a mis amigos austriacos hablar entre ellos. Entonces establezco relaciones lógicas, pienso que “si esto se dice así, entonces lo otro debería ser”, y muchas veces acierto. Creo que empiezo a afilar mi intuición y que, después de estos meses, empiezo a entrar en el “mood” del alemán.

Pero ¿qué es lo básico? Se empieza por las conjugaciones del verbo ser, que es “sein”. De ahí sale “ich bin” (yo soy), “du bist” (tú eres), “er ist” (él es), “sie ist” (ella es), “wird sind” (nosotros somos), “ihr seid” (ustedes son), “sie sind” (ellos son) y “Sie sind” (Usted es). Esto de las tres formas del “sie” me costó entenderlo, pero es eso: son tres “sie”, uno para “ella”, otro para “ellos” y el formal que va en mayúscula para “Usted”. En mi primera clase armamos el diálogo básico que es:

  • Hallo, Ich bin Manu. Wer bist du? (Hola, soy Manu. ¿Quién eres tú?
  • Hallo Manu, ich bin Mónica. (Hola Manu, yo soy Mónica).

Eso era todo. Pero era algo. Luego aparecen nuevos verbos y sus conjugaciones. “Machen” (hacer), entonces es ich mache… (yo hago), du machst (tú haces…). Sustantivos como “der Honig” (la miel), “das Wasser” (el agua), “das Essen” (la comida), “der Schrank” (el armario), “die Brille” (los lentes), “die Tasche” (la cartera). Pueden notar que todos los sustantivos se escriben en mayúscula. Así puedes diferenciar cuando te refieres al verbo “essen” (comer) o a “das Essen” (la comida). A mí me recomendaron -el mejor consejo que he recibido- aprender los sustantivos con sus respectivos artículos (das, der, die) porque luego se vuelve un lío cuando entra el caso dativo o acusativo. Hay que saberlos de memoria.

Después están estas palabras básicas del día a día. “Hallo” (hola), “tschüs” (chau), “danke” (gracias), “bitte” (de nada o por favor). Por la mañana “Guten Morgen” (buenos días, al despertarse), Guten Tag (buen día). Desde las 5 de la tarde se usa el “Guten Abend” (buenas tardes), en español a este momento del día le llamamos “noche”. Solo al momento de dormir se usa el “Gute Nacht”, que es “buenas noches”.

Cuando empecé a estudiar alemán pensé que iba empezar un periodo traumático en mi vida, pero la verdad es que es todo lo contrario y lo disfruto mucho. ¿Cómo les va a ustedes?

3 grandes diferencias entre el español y el alemán

Uno aprende por comparación. Contrasta lo que sabe con lo que no sabe. En mi caso, el español es mi primera referencia de idioma y desde allí intento comprender el alemán. Sin embargo, no es siempre útil porque son sistemas muy diferentes. Acá tres diferencias que llamaron mi atención.

Los números al revés

Comparado con el español, en alemán los números se dicen al revés. Por ejemplo, el número 23 en español es veinte y tres, lo cual se reduce a “veintitrés”. En alemán es “tres y veinte”, que se escribe “dreiundzwanzig”. Así, 34 es “vierunddreizig”, 42 es “zweiundvierzig” y así. Pero no es grave, con ejercicio todo se aprende.

El sol es femenino y la luna es masculina

Una de las cosas que más llamó mi atención fue que en alemán el sol es “die Sonne”, y la luna “der Mont”, con los artículos femenino y masculino, respectivamente. En mi tradición se da por sentado que el sol es “varón” y la luna “mujer”. El sol ha sido el dios de la cultura de los Incas en los Andes de Sudamérica, se le relaciona con la fecundación y la fuerza, mientras que a la luna con la maternidad, la belleza y como la compañera del sol. Claro que todos sabemos que el sol no es hombre ni mujer, y la luna ni uno ni otro también, pero la relación es interesante y para mí significa una divertida ruptura de patrones.

La pronunciación

Hacer sonidos que nunca he hecho con mi voz es quizás lo más difícil. Ya no solo tengo las vocales a, e, i, o, u, sino que se suman las complejas “umlaut” ä, ö y ü. La primera por ejemplo se pronuncia como una “a” con una “e”, al mismo tiempo (que es poner con los músculos de la boca listos para decir “e” pero pronunciar “a”). La ö mezcla la “o” con la “u”. Se usa en “schön” que es “bonito”. Y finalmente la ü, que es como una “u” con “i”. Se una en la preposición “für”, que es “para”. Ni hablar de la pronunciación de la “r”. Eso merece post independiente.

Las diferencias con el español son en realidad más profundas y se revelan a la hora de armar oraciones. Hay formas que desde el español son imposibles de comprender porque no existen en el alemán, y viceversa. Mi cerebro las sigue aprendiendo y repitiendo hasta que por fin, un día las adquieran como suyas. Con grandes diferencias también -aunque menos- el inglés me parece mejor referencia para aprender alemán.

Y en tu caso, ¿Cómo es con tu idioma materno?

Mi camino a la escuela en bicicleta

Vivo en el segundo distrito y voy cada mañana a la escuela en bicicleta. Al comienzo, cuando llegué, era el peor mayo en los últimos 20 años y me empapaba de lluvia y moría de frío. Entonces había pocos ciclistas en la ruta. Ahora que hay sol todo el día, la ciudad está llena de ellos y a la gente en general se le ve más feliz, más contenta en su ropa veraniega, sandalias y vestidos.

Ir a la escuela me toma 19 minutos. Voy respirando en calma mientras veo los edificios, los cafés, las personas, los trenes, los árboles, el Stadtpark (parque del estado), los semáforos, el canal del Danubio, las vitrinas de los negocios, etc. Me gusta la arquitectura de esta ciudad y ahora comprendo con más claridad cuál era el ideal de Lima, la capital del Perú, una ciudad fundada y construida como colonia española, con ideal europeo. Pienso en esto y deseo profundamente que mi país ya no sea una copia de ningún modelo, sino por fin un modelo de sí misma.

Me encanta ir en la ciclovía y su orden. Descubrí lo mucho que me gusta el orden, mientras sea coherente y mejore la vida de las personas. Eso me gusta de Austria: que es tranquilo, ordenado y fácil para vivir. Al comienzo me daba mucho miedo ir en la ciclovía por la gran cantidad de reglas. Tenía temor de romper alguna y tener problemas. Después empecé a conocer un poco más y puedo decir que la bicicleta se ha vuelto mi transporte oficial. Me va muy bien con la bicicleta porque puedo ver la ciudad, hacer ejercicio, ahorrar dinero y no generar residuos al ambiente.

Voy por el “ring” hacia la escuela. La planificación de calles de Viena es interesante: no es como muchas ciudades del mundo, organizadas en cuadrados. Tiene un centro (el primer distrito) que está rodeado por una calle llamada el “Ring”, el Anillo, que tiene por un lado el canal del Río Danubio. En torno a este anillo, las calles se abren como líneas diagonales, organizando una ciudad que se forma como una estrella, o como una mano que abierta.

La Deutschakadamie se encuentra en el anillo, al frente del Ópera, que es la sala de conciertos más importante de Austria. Acá se hace, por ejemplo, el famoso concierto de Año Nuevo y hasta donde sé, todos los emblemáticos de la música occidental, han tocado ahí. Ahí dejo estacionada mi bicicleta y cruzo tranquilamente hacia la academia de lunes a jueves.

Viena es una ciudad amigable para ciclistas y esto mejora mi experiencia de vida y también mi calidad de aprendizaje de alemán.

Hallo, ich bin Manu und ich lerne in der besten Sprachschule in Wien.

¡Hola!, mi nombre es Manuel Vera Tudela, pero todos mis amigos me conocen como Manu. Tengo 34 años, vengo de Lima (Perú) y vivo hace 42 días en Viena. Mi idioma materno es el español, pero también hablo inglés. Estudio alemán en la Deutschakademie. Soy periodista, pero mi gran pasión es la música. Me encanta tocar la guitarra, cantar, hacer canciones, dar conciertos, crear música con amigos, ir a conciertos y por su puesto, ponerme los auriculares y escuchar un buen disco.

¿Por qué? Como para muchos de ustedes, mi historia con el alemán también empieza por amor. Y cuando por amor tomé la decisión de venir a Viena, me di con la sorpresa de que esta vida no podía tener mejor plan para alguien como yo que ama la música. Todos sabemos la importancia de Austria como centro de la música occidental, que aquí vivió Mozart, más allá Beethoven, Strauss, Malher, Bach (entre los más famosos) y que está habitada desde siempre por grandes músicos y que música es lo que más se respira en el aire. Era perfecto.

Así que se me juntaron buenas razones para hacer este emprendimiento. ¿Tuve miedo? ¡Claro! Lo sigo teniendo. Tengo en la cabeza aún la famosa frase de Oscar Wilde de que “la vida es demasiado corta para aprender alemán”. Cuando contaba a mis amigos que tenía planeado estudiar alemán me deseaban suerte, porque claro, el alemán tiene la terrible fama de que es muy difícil y la verdad es que sí, lo es.

Me sentí a gusto y contento desde el primer día en la Deutschakademie. Me encanta escuchar tantos idiomas diferentes en los pasillos y conocer gente que también está aprendiendo. Entablo relaciones con personas de países que en mi imaginario suenan muy lejanos, como Tailandia, Japón, Senegal, Singapur, Turquía. Todos estos países remotos y sus culturas ya no están al otro lado de mi mapa, sino sentados a mi lado y me enseñan a descubrir su mundo, a conocerlo más, a maravillarme por la diferencia, y sobre todo, por la unidad.

Así que no tengo más que darles la bienvenida a este blog, donde les voy a contar cada detalle de mi proceso de aprendizaje del alemán. Tal vez estás pensando en venir una temporada por Viena, o aprender cualquier otro idioma en cualquier otra parte. Mi sugerencia es sí, hazlo. El idioma abre el mundo y el mundo necesita personas que se abran a él. Creo finalmente, que la vida es demasiado corta para no aprender todos los idiomas que hay. Aprendamos algunos – in der besten Sprachschule in Wien!